A propósito del Retablo Mayor de San Pedro Apóstol
Su vinculación con la antigua cruz parroquial
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Siendo en nuestra página de entrada el último de los artículos que acogemos bajo el epígrafe La Historia tiene Memoria, pues la pasamos a una entrada exclusiva, traemos hasta nosotros al retablo mayor de la iglesia parroquia del San Pedro Apóstol de Montijo: Pero no para hablarles de él, pues sobre el mismo pueden leerlo en un artículo ya publicado en La Ventana Digital, sino sobre algo concreto y conciso que aparece en dicho retablo: la tabla superior a la izquierda bajo el Calvario en la que la es la última calle y que para algunos, quedaba sujeto a posibles conjeturas por el deterioro en el que se encuentra.
He afirmado desde un primero momento, tras la lectura y transcripción de la visita de la Orden Militar de Santiago a inicios del siglo XVII, que la temática de dicha tabla versaba sobre la iconografía del pelícano dando de comer a sus pañuelos, temática vinculada al momento de la crucifixión y que suele aparecer en muchos lugares junto o al pie de la Cruz.
Obviamente estamos hablando de algo totalmente simbólico. Les puedo asegurar que el templo parroquial de San Pedro Apóstol de Montijo está cargado de una rica y muy didáctica iconografía dentro de un lenguaje de símbolos que parecen querer entablar con el fiel o el visitante un ameno y amoroso diálogo.
La representación de este animal que se deja picar el pecho abriéndoselo para que de su sangre y de su carne puedan comer los polluelos es la identidad del sacrificio por amor a sus hijos. Insisto, algo totalmente metafórico y bellamente poético en relación a la entrega de Cristo por todos dejando su vida (cuerpo y sangre) en la cruz. Ahora bien, la pregunta en este caso que nos atañe es: ¿por qué está en el Retablo Mayor de San Pedro Apóstol?
La respuesta se encuentra tras la transcripción del libro de visita de la Orden de Santiago en el año 1605, a inicios del siglo XVII cuando hace referencia a una rica cruz ornamental, que por la precisión y los rasgos descriptivos en principio apunta a la posibilidad de ser de finales del XVI. Recordemos que este retablo está cronológicamente situado entre los años 1611-1628.
Parte del texto de la obra citada más abajo que describe la cruz parroquial en el año 1605
Al estudiar la descripción que los visitadores hacen de dicha cruz expresan: "Tienen una cruz de plata. El árbol sobre madera. De una parte un crucifijo de todo bulto, grande. A los lados, San Juan y Nuestra Señora y en lo bajo, la Magdalena y en los alto un pelícano, todo de medio bulto con una labores al romano [...] (página 204 de la obra de P. Iglesias Aunión, Historia de la Comarca de Lácara. Del Medioevo a los Tiempos Modernos, año 2000. Diputación Provincial).
Ahora, cuando llega el momento de la restauración del retablo y el andamiaje previo a las tareas que llegarán para la realización de tal proceso, se ha posibilitado la cercanía y al subir, poder observar con detalle la tabla que mencionamos siendo efectivamente la de la antes descrita escena del pelícano. Tabla muy dañada al parecer por haber estado bajo una filtración de agua durante un tiempo el que la bóveda dañada afectaba a la altura de dicha tabla que es a la que más desfigurada.
Se abre así una hipótesis que indudablemente va tomando cuerpo y que podremos posiblemente entender del todo una vez se terminen las obras y estudios del retablo tras su restauración: el retablo reproduce iconográficamente lo que aquella cruz parroquial (que debió ser de una extraordinaria belleza), mostraba al pueblo entonces desde un presbiterio sin retablo.
Si desean leer el artículo completo, fue publicado en La Ventana Digital el pasado 8 de enero del presente año.